La estética de lo feo
Por Pedro Crenes Castro | Reportajes | 9.07.09 
¿Dónde está la belleza? ¿Qué es feo, por qué lo es? Cuando nos detenemos a observar a nuestro alrededor nos damos cuenta de que los matices entre lo que es estéticamente hermoso y lo que no lo es son muy delicados. Yo, que me he tenido siempre por feo, he sentido una fascinación especial por los que no tienen de parte de los dioses el amargo (o no, vaya usted a saber) “don” de la belleza. Por eso, por esa fascinación, una buena tarde, me encontré en la Feria de Libro Antiguo y de Ocasión con un texto de Karl Rosenkranz que por allá por 1853 publicara bajo el título su
Estética de lo feo (publicado en español por Julio Ollero Editor, 1992) un ensayo filosófico que trataba de establecer las bases sobre lo que es o no feo, no en un sentido estrictamente estético sino filosófico y moral. Lo compré y lo leí a trompicones y me hice una idea del asunto. Situaba Rosenkranz lo feo entre “lo bello en sí” y “lo cómico” como si de un paso intermedio se tratase. Pero aquí no vamos a meternos con la escuela hegeliana ni con uno de sus principales exponentes. Se trata de observar por dónde anda hoy el concepto.
La fealdad ha fascinado desde siempre al ser humano y más aún con la llegada de las imágenes portátiles, fotos sobre todo, la fealdad ha sido un rasgo sensiblemente atractivo.

Pensemos por ejemplo en Joseph Merrick el famoso “Hombre elefante”. Por lo que sabemos su caso fascinó a todos en su época y los que se acercaron a él lo primero que deseaban conocer era esa brutal fealdad, querían mirar esa rareza de cerca. Es un hecho que este hombre era un ser humano extraordinario pero el resto no lo percibía así, por lo menos de entrada. Merrick, seguro, no tenía nada más que no tuviesen otros hombres de su época excepto su extrema fealdad.
¿Cual es la fascinanción que nos produce la extrañeza? Porque en la deformidad hay algo que nos repugna y nos seduce al mismo tiempo? ¿Que es lo hace de la historia de la bella y la bestia una historia que nos conmueve?
ResponderEliminarEs acaso esa sutil linea entre una arista un contorno un matiz lo que determina finalmente el horror o la fascinación de nuestros sentidos.