miércoles, 9 de marzo de 2011

Aporte trabajo colaborativo 1


ANALISIS CRÍTICO UNIDAD 1 LO ESTÉTICO

El placer que producen en nuestro ser, aquellas experiencias de apreciación y contemplación y cuyo sentido de percepción, por parte nuestra no es  más que la catarsis, el lúdico juego de fruición  en nosotros mismos, que habrá de hacer surgir  en nosotros, un estado de comunión  con aquellos objetos que apreciamos, no solo por el placer que producen en nosotros, sino por lo inspirador que pueden sernos y donde su naturaleza  estética se erige como centro de ese espiral que hace que nuestras emociones aún las más pequeñas, las más  ocultas asciendan en intensidad y podamos reconocernos en nuestra propia humanidad, esa cualidad de ser que creímos perdida en el marasmo de la velocidad, que arrastra a  citadinos y rurales al sinsentido de sus propias ocupaciones, de sus cotidianidades, de sus oficios para la sobrevivencia y donde no queda, una fracción de tiempo para sumergirse en el color de un cuadro, en las formas y dimensiones de una escultura besada por un rayo de sol o acaso tocada por la niebla matutina, bajo un arco iris irreal que parece nacer de la copa de un árbol allá a lo lejos.
¡Ah si hiciéramos de la vida una estética! Derrotaríamos quizá la tiranía de la cifra, del número que pervierte y justifica  las grandes barbaries de nuestros días.
 Hemos perdido el goce de vivir, porque hemos perdido el asombro de estar vivos, porque nuestros sentidos se han atrofiado, porque hemos perdido la capacidad de ver las pequeñas cosas, las simples cosas, que no por simples dejarán de ser reveladoras, manifestantes de extrañeza,  una piedra con su forma de rostro humano, la tonada del  rio que parece revelarnos sus secretos en medio del silencio de los árboles, hemos preferidos estar ebrios sin revelación alguna  tontamente ebrios, violentamente ebrios, sin ninguna dimensión que pueda llevarnos a un estado alterado de conciencia donde alcancemos un estado de plenitud o sublimación que nos conduzca a la creación.
Se trata pues de recuperarnos de no quedar vencidos en este mar de información, de imágenes que lastiman el espíritu hasta hacernos insensibles, bajo los aullidos de taladros, de chillidos de máquinas y autos expeliendo su humo venenoso hasta nublarnos la mirada y no reconocer más que sombras en los iniciales resplandores del alba.
Hemos perdido la actitud estética, porque hemos priorizado  nuestra importancia personal, situándola  por encima en la relación que establecemos  con el objeto estético, haciendo otras lecturas del objeto que rayan en el discurso cientificista, utilitario, religioso, económico, etc.

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